Todo sobre el diamante

Por qué comprar diamantes

De un gran valor simbólico y sentimental, pero también económico. El diamante es una piedra que conjuga estas dos vertientes casi desde el inicio de los tiempos. Su singularidad, su belleza y su brillo lo han hecho irresistible generación tras generación.

Es importante empezar diciendo que en el año 2003 la ONU aprobó el llamado proceso de Kimberley. Se trata de un riguroso sistema de certificaciones que evita que los diamantes conflictivos, los llamados diamantes de sangre, entren en el mercado. Así, la producción está controlada desde la mina, y se asegura que las piedras no serán usadas para financiar guerras.

El mercado del diamante: Producción, demanda e inflación

Desde la extracción hasta su comercialización garantizada, el producto recorre un largo camino, de su estado original y basto hasta que es cortado en múltiples facetas para maximizar el brillo. Es en este proceso de talla en el que la piedra toma diferentes nombres, en función de las formas que el artesano le dé. La talla más popular es la del brillante.

El mercado más importante de compra-venta al por mayor de diamantes está en Amberes. En la Bolsa de esta ciudad de Bélgica se comercializan más del 85% de las piedras en bruto, el 50% de los diamantes de corte y el 40% de los industriales. Otras plazas importantes son Nueva York, Tel Aviv y Bombay.

Existen actualmente cuatro grandes multinacionales que dominan casi la totalidad de la producción mundial del diamante, lo que supone un control del volumen de producto que llega a los mercados. 

La cantidad producida es casi la justa para satisfacer la demanda del público, que actualmente en su 80% procede de Estados Unidos, Japón y las diversas naciones de Europa. 

De todos modos, el vertiginoso crecimiento económico de países como China ha aumentado el número de personas con poder adquisitivo suficiente como para comprar este tipo de piedras preciosas, lo que indica que en los próximos años subirá la demanda por encima de la oferta y, en consecuencia, aumentarán los precios. 

Esta circunstancia asentará una tendencia que ya se está dando: el precio del diamante ha crecido alrededor del 3% cada año, y en tamaños y calidades especiales incluso se ha duplicado en los últimos tres lustros.

Pero entonces, ¿por qué comprar diamantes?

Desde luego, una razón sería la inversión, pero en el caso de los joyeros lo más adecuado sería hablar de un “romance”. El romanticismo, junto con la moda, ha hecho que los diamantes completen la belleza de la mujer y satisfagan a quien los regala, independientemente de cuál sea su edad y estatus económico.

Las joyas con diamantes realzan a mujeres muy femeninas que viven un amor romántico. Esta piedra ha inspirado durante siglos colecciones que han protagonizado aniversarios, nombramientos o cumpleaños, fechas que la homenajeada recordará toda su vida gracias a estas creaciones irrepetibles.

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